La deuda.
Le sofocaba. No le permitía dormir. Le perseguía hasta en los más recónditos rincones de su
estructura. La interminable terapia le era obsoleta. Le hacía sufrir quemándole dentro. Y aún
convivía con la conciencia, con la seguridad de saber que lo merecía, eso y mucho más aún.
Porque nació mala persona.

Escribes bien, daré las gracias a Flavia por recomendar tu lectura. Gracias
ResponderEliminarTe digo lo mismo que Guillermo, un saludo #PTB!!
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