miércoles, 29 de mayo de 2013

Ojos de loca...

No la toques, que se rompe!
Con azúcar por favor.
Permitime que te agobie,
si total después me voy.

Tan tan blanca y tan oscura
Que me apagaste el sol
Sin linterna entre en tus ojos
Y ahora no se bien quien soy.

Pero si te ponés seria
Y me mirás con tus ojos de loca
Yo me olvido de todo lo malo
Y lo único que quiero es comerte la boca.

Como quiero que me retes
con esa mirada negra
mordeme bien despacito
que yo te bajo una estrella.

En tus pechos una siesta
en tu boca la dulzura
en tu cintura una fiesta
y entre tus piernas una aventura.

Pero si te ponés seria
Y me mirás con tus ojos de loca
Yo me olvido de toda la mierda
Y lo único que quiero es morderte la boca.

No me digas que  
no la pasas bien
tus gemidos dicen lo contrario.
Ya probé la miel
Fui feliz también
Ahora dame toda tu acidez


Dejame "pasarla mal", sólo por un rato…



                                                                                                                           "Perfectas"

sábado, 18 de mayo de 2013


4 segundos = 6 horas

Si es una locura no me importa
Estoy dispuesta a terminar rota
Quiero vivir con vos lo que siento ahora
Sin preocuparme si mis ojos lloran.

Tus palabras me condicionan
Mi fragilidad me condena
Tus ojos brillan
y mi pecho se quema...


jueves, 9 de mayo de 2013


Llanto.

La sal en los labios sazonaba el encuentro. La pútrida costumbre. Aquel tan conocido sabor, padre e hijo.  
Y ella le clavaba esos ojos profundos y oscuros, como si quisiera prenderle fuego con ellos. Más no existía fuego en la galaxia que pudiera encenderle, algo más frío que el mismo hielo habitaba en su pecho hacía unos siete años.
Por eso le sostuvo la mirada, porque a pesar de haber nacido princesa, tenía los huevos bien puestos, metafóricos, impalpables como el azúcar. Y con la fuerza y las ganas de quien ha esperado mucho tiempo en silencio le espetó: -¡Puta!
Y la amaba, con desprecio, por más contradictorio que resultara.


sábado, 4 de mayo de 2013


La deuda.

Le sofocaba. No le permitía dormir. Le perseguía hasta en los más recónditos rincones de su 

estructura. La interminable terapia le era obsoleta. Le hacía sufrir quemándole dentro. Y aún 

convivía con la conciencia, con la seguridad de saber que lo merecía, eso y mucho más aún. 

Porque nació mala persona.