Intentando apaciguar lo “inapaciguable”. Queriendo escapar a un sitio inexistente. Ojos quemándose con lágrimas de ácido. Esperando abrazos que nunca llegan. Aceptando abrazos que no querías.
Aún creyendo, aún queriendo. Necesitando palabras que no fueron inventadas, pero que no por eso no son sabias. Cuántas palabras al pedo. “No digas nada, abrazala”. Como cuando pienso cada segundo antes del encuentro en lo que voy a decir, meticulosamente, con tanta decisión y tanta cara de importante, todo para que en el momento me salga una simplísima sonrisa idiota. Gesto que es capaz de despertar tanto risas, como lástima; tanto ternura, como lástima; tanto cualquier cosa, como lástima…
Me salen tan bien algunas cosas. Pero nací sin capacidad para tantas otras. Hago ricos fideos, pero no se qué decir frente a situaciones importantes. Querés fideos? No? Uh.
Bueno…
No hay comentarios:
Publicar un comentario